EQUINOCCIO DE OTOÑO
Nuevamente se cumplen los ciclos, y entramos a la mitad de este segundo semestre del año, tal vez sintiendo que los cambios fueron muy rápidos, o por el contrario, aún seguimos esperando que algo pase y que genere ese cambio tan deseado. El equinoxio de otoño, Mabon, nos lleva a estas reflexiones. Nos lleva a reflexionar sobre lo logrado hasta ahora (época de cosecha). Una invitación a hacer un balance de nuestra vida desde el inicio del año hasta este momento con sus propòsitos y metas. Y nos encontramos que tal vez no logramos “cosechar” lo que queríamos o lo que esperábamos y allí es donde empieza la reflexión profunda.
En la naturaleza lo vemos muy claro. Hasta qué punto es mi responsabilidad obtener una buena cosecha y hasta qué punto son causas externas ajenas a nuestro control que impiden obtener esta buena cosecha. Este año una ola extrema de calor durante el verano en Europa, generó pérdidas de cultivos y con ello múltiples medidas de contingencia. Podríamos decir que este evento externo fuera de mi control generó estas pérdidas. Pero, ¿hasta qué punto empieza a jugar mi responsabilidad en este situación, teniendo en cuenta que el calentamiento global está científicamente demostrado y que cada año no sólo veremos olas de calor,sino otro tipo de fenómenos naturales? ¿Hasta qué punto como agricultor puedo prepararme o ajustar mis rutinas o transformarlas del todo, para que la cosecha siga siendo productiva, aún con los eventos externos incontrolables? No es la primera vez que sucede este fenómeno y fué advertido en el pasado, a tal punto que se habían recomendado implemetar medidas para contrarestar estos efectos, como la diversificación de cultivos y demás. Palabras más palabras menos, se había pedido modificar las formas de trabajar la agricultura pues estaban volviéndose obsoletas. Ésto, sin contar con las medidas de protección ambiental que se supone deben implementarse dentro de un plazo establecido. Conclusión tuvo que pasar un evento externo que sacudiera toda una extructura, para que se empezara a considerar seriamente los cambios a implementar.
Tuve un Maestro y me gusta pensar que aún lo tengo, que decía que necesitamos de ese “rayo despendejador” que sacude nuestras vidas y destruye nuestras estructuras obsoletas para permitirnos avanzar, evolucionar y así desarrollar nuestra mejor versión. Cuántas veces conocemos el paso a seguir y/o la decisión a tomar pero nos quedamos esperando ese “rayo despendejador” que lo cambie todo. Con lo que no contamos, es que es realmente un rayo, que destruye todo sin previo aviso y no sólo tenemos que afrontar la devastación sino vivir el duelo. Entonces, ¿por qué esperar por ese rayo si podemos nosotros mismos dirigir nuestros pasos hacia lo que queremos cambiar en
nuestra vida? ¿No sería mejor ser nosotros mismos los capitanes de ese proceso destructivo asumiendo nuestra responsabilidad dentro de ese proceso, teniendo la conciencia que esa destrucción no sólo me va a llevar a la construcción de algo nuevo sino a la transformación de mi vida y de mi ser?
Este fin de semana, es el tiempo de caer en cuenta de los patrones conductuales que ya son obsoletos en nuestra vida y tal vez crear un compromiso o un “plan” para transformarlo. Y si ya recibimos ese “rayo despendejador”, buscar en él la bendición escondida: el don de la transformación.Pero sobre todo, este fin de semana es de agradecer todo lo recibido: desde la buena, regular o mala cosecha hasta los rayos despendejadores. Pues al final, son experiencias que nos permiten identificar nuestra responsabilidad, asumirla y recrearla.
¡Feliz Mabon, Feliz Equinoccio de Otoño!
Que reflexión más hermosa. Gracias por tu escrito
Gracias a ti por leerlo.
Un abrazo.